Se acabaron los atardeceres de 2011, y en parte doy gracias a que el maldito año impar llegue a su fin. No podría hacer una valoración acertada, supongo, pero tengo claro que no podré recordar 2011 como uno de los mejores de mis 20, tampoco creo que mejore con la cuesta arriba hacia los 30.
¿Se podría haber evitado? Supongo que en parte sí, en parte no. Hay cosas que se nos escapan, se deslizan entre nuestros dedos sin apenas darnos cuenta, y es cuando nos encontramos en la valoración pésima, valoración mediocre de un año en el que otras circunstancias me habrían cambiado, pero solo han hecho que reincida en todo lo que me he criticado.
Solo puedo comparar con el liviano dosmildiez y su tranquilidad, a como mi vida fue girando en dosmilnueve, un año para revivir, pero... ahora. Si, solo nos queda el ahora, evitarnos y seguir hacía adelante, porque lo único que he aprendido de este maldito 2011 es que no se puede volver hacía atrás.
Y como este beso detonador, te digo adiós y un hasta nunca que será para siempre.